10 Duras Lecciones que Aprendes a los 40 y que Hubiera Pagado por Saber a los 30
#5. Cuidado con los turistas del dolor ajeno.

El exceso de información también es procrastinación. No necesitas más respuestas, sino hacerte mejores preguntas. Y para eso, sí, necesitas teoría, pero también práctica. Sin el feedback del mundo real no puedes iterar. Porque una cosa es lo que planeas sobre el papel y otra muy distinta es hacer que funcione en la realidad. Métetelo en la cabeza: necesitas fallar para mejorar.
Si no lo siembras, no lo cosecharás. Lo sabes. Pero lo que quizá no sabes es que, hagas lo que hagas, siempre estás sembrando. Si te pasas el día en el sofá sin hacer nada, también estás sembrando. El problema es que los frutos no se cosechan de inmediato, y por eso no lo ves. El precio de no hacer nada es pudrirte por dentro. Recuerda: todo lo que no se mueve, muere; todo lo que no crece, muere. Y, aunque lo de morir sea metafóricamente, duele. Si siembras placer a corto plazo, recogerás dolor, mucho dolor. Una semilla siempre es infinitamente más pequeña que la cosecha del árbol.
Paulo Coelho escribió una frase que quiero que apuntes y lleves contigo: «¿Qué es el mundo? Es aquello que tú o yo vemos. Cada vez que alguien muere, se destruye una parte del universo. Todo lo que ese ser humano ha sentido, probado y contemplado desaparece con él, de la misma manera que las lágrimas desaparecen con la lluvia». Moraleja: llevas una parte del universo dentro de ti. Eso te hace infinitamente más valioso de lo que crees. No te vendas barato. Tu visión del mundo es única, y eso tiene un valor incalculable.
La pasión es tu GPS interior. Si algo dentro de ti se ilumina cada vez que piensas en esa cosa, es porque tienes que hacerla. No porque te vaya a salir bien, sino porque es tu camino. Tal vez al hacerlo conozcas al amor de tu vida, a un amigo del alma o te realices como persona. Lo contrario también es cierto: no te obligues a hacer cosas que no te apasionan. Son vías muertas. Por eso, cuando las haces, te sientes muerto por dentro. No te llevarán a ningún lugar que valga la pena.
Cuidado con los turistas del dolor ajeno. Por increíble que parezca, hay personas que disfrutan estar a tu lado cuando las cosas te van mal. No para ayudarte (aunque lo finjan), sino para deleitarse en un mundo en ruinas que no es el suyo. Tus dramas existenciales son, para ellos, como un parque temático, el Disneyland adulto que siempre quisieron visitar. Si pudieran, se harían selfies mientras lloras para luego revisar esas fotos en sus móviles cuando tengan un mal día y recordar que siempre hay alguien a quien le va peor. Lo he vivido: tuve amigos que estuvieron en mis peores momentos, pero cuando me empezó a ir bien, me dieron la espalda. Uno, borracho en una boda, me confesó: «No soporto que te vaya mejor que a mí. No puedo soportarlo».
Puedes estar tan cómodo en tu incomodidad que acabes perdiendo más de lo que crees. El ser humano se adapta al medio, y eso es peligroso. Si te despistas, empiezas a vivir por debajo de tus estándares, y eso te cuesta tiempo, dinero y felicidad. En 2018 compré un Sony Xperia que había que reiniciar cada dos por tres porque la pantalla se quedaba colgada. Al principio lo hacía unas 5 veces al día; al final, unas 20. Cada reinicio tomaba 3 minutos. Haz las cuentas: 3 minutos x 20 veces = 1 hora diaria. Si mi hora vale 50 euros, eso eran 1500 euros al mes (15 000 euros al año, lo tuve más de 5 años) perdidos. Podría haber dedicado esa hora a aceptar más clientes o, simplemente, a descansar.
Eres poderoso. Y todo poder, como decía el tío de Peter Parker, conlleva una gran responsabilidad. San Agustín lo expresó así: «Ya que no puedes hacer el bien a todos, presta especial atención a aquellos que, por casualidades del tiempo, el lugar o las circunstancias, se conectan más estrechamente contigo». Esas pequeñas acciones altruistas diarias son como tirar piedrecitas en un lago, generan ondas que, en un mundo más conectado que nunca, pueden convertirse en tsunamis de cambio. Estás donde estás por una razón, aunque no la conozcas aún. Tu misión probablemente tenga que ver con mejorar la vida de las personas a tu alrededor. Usa tu poder, cambia tu mundo y cambiarás el de todos.
Presta atención a las paradojas. Parafraseando al escultor Jaume Plensa: «Para hablar del silencio, hay que trabajar con el sonido; para expresar la ligereza, has de utilizar el peso; y para mostrar el alma, tienes que estar dispuesto a usar el cuerpo». Los opuestos están íntimamente conectados: amor y odio, hechos y palabras, virtudes y defectos. Si no aprendes a vivir con lo paradójico, no podrás navegar este mundo con eficacia. Las cosas no son blancas o negras; el mundo está lleno de grises. Para mirarte por dentro, tienes que buscar tu reflejo fuera.
No te lamentes por tus errores pasados. Todo lo que merece la pena en esta vida nace de la oscuridad. Las semillas brotan de la tierra, la vida del vientre de una madre, los grandes avances de una mente preñada de una idea. Todo responde a algo oscuro: un problema, una enfermedad, algo que debía mejorar. Tu dolor y tus fracasos son el abono de lo que un día brillará en tu vida, como las estrellas en la vastedad del universo.
Vayas donde vayas, solo puedes habitar un lugar: tu interior. Por eso insisto en que vigiles lo que consumes, ya sea por la boca, los oídos o la vista. El cerebro es como tu estómago: digiere toda la información que le metes. Si comes comida basura, tendrás indigestión; si consumes contenido basura, acabarás con diarrea mental. No es broma, y seguro que lo has experimentado. Los contenidos de entretenimiento que parecen inofensivos no lo son. Déjame hablarte del efecto de transporte narrativo. Cuando una historia te absorbe (como las películas de Marvel), reduce tu pensamiento crítico. Estás tan inmerso emocionalmente que no cuestionas lo que ves, y eso te hace más sugestionable.
P. D.: ¿Quieres despertar cada día con una dosis de claridad que te ayude a desintoxicarte del ruido y a reconectar con tu propósito? Mis contenidos diarios son como un batido verde para tu mente: nutren, limpian y te dan energía para pensar por ti mismo, libre de las sugestiones de las marcas y el infoentretenimiento. Al suscribirte con el FAMOSO BOTÓN AZUL, no solo tendrás acceso a estos mensajes cada día, sino también a un archivo exclusivo, cursos prácticos y meditaciones guiadas que te ayudarán a sembrar las semillas de tu mejor versión.
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Alberto García (Malafama1981)