Reduje El 80% De Mis Miedos Descifrando Estas 3 Frases De Antonio Gala
Dura verdad 3: La vida es perdida
Cuando tenía 8 años, llamó a la puerta de mi casa un vendedor de libros.
Me puse pesado, soñando con todos los cómics que iba a leer, sin saber que no vendían cómics, sino libros de literatura.
Después de un gran berrinche por mi parte, mi madre firmó un contrato: compraría un libro al mes durante dos años.
Como no había cómics, me negué a elegir libros, porque no quería leerlos.
Pero mi madre, que quería enseñarme el valor del dinero y a afrontar mis malas decisiones, eligió por mí: todos los libros escritos por Antonio Gala, que falleció hace poco a los 92 años.
Así leí sus poemarios, novelas, libros de teatro, crónicas, e incluso sus guiones para televisión.
Y, además de convertirme en escritor gracias a eso, ese viejo poeta me salvó la vida (como veremos a continuación) y me hizo reducir mis miedos, calculo que un 80%, al descifrar 3 duras verdades extraídas de una pequeña crónica que escribió hace por lo menos 30 años.
Permíteme contarte más acerca de ello, para que puedas aplicarlo a tu vida.
Dura verdad 1: El miedo te ahoga
“Si alguien que no sabe nadar se cae al agua, se asusta y se debate y se contrae y, en consecuencia, se hunde; se desespera por mantenerse a flote y, en consecuencia, se ahoga. Si perdiera el miedo, su cuerpo por si solo ascendería a la superficie.” — Antonio Gala.
Málaga, verano de 2016, tres de la tarde.
Mis amigos duermen la siesta en la playa. Se me ocurre nadar un poco. No me doy cuenta de que el mar está picado. Nada un rato. Miro a la costa.
Estoy a media milla mar adentro.
Me asusto. El pánico recorre mi cuerpo. Hago señas al socorrista. Parece dormido, como mis amigos.
Me meo encima. Literalmente.
Menos mal que en el agua no se ve.
Recuerdo la frase que has leído de Antonio Gala. Me relajo. Me pongo boca arriba. Floto unos minutos. Mi corazón deja de latir más rapido que el de un hamster puesto de anfetaminas.
El mar sigue picado. Nado despacio de espaldas.
Tardo una hora y media. Llego a la playa.
El viejo poeta me salva la vida.
Lección: hay dos tipos de miedos, el que te alerta y el que te paraliza. El primero es necesario. El segundo no solo es innecesario, sino que, si no te calmas, te puede costar literalmente la vida. Ser consciente de esto permitirá que te relajes, porque te tomarás el relajarte como parte del trabajo, el paso previo a encontrar una solución, no como un capricho, cuando, por ejemplo, se queda parado el ascensor contigo dentro, o pierdes el trabajo, o te deja tu pareja :-)
Dura verdad 2: Nunca estarás a salvo
Déjame contarte a mi manera una fábula india que leí en aquel viejo texto sobre el miedo de Antonio Gala.
Un ratón cobarde fue a ver a un viejo mago y, con voz temblorosa, le suplicó:
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