Te Sientes Triste y Deprimido Porque No Aprendiste la Lección
"Repite conmigo: Los problemas son buenos".

Estar bien es fácil cuando eres joven. Pero, cuando creces, la cosa se complica.
Lo que antes era natural —la salud, dormir a pierna suelta cada noche, tener amigos leales, pasarlo bien, mirar al futuro con esperanza— deja de serlo.
Cada año que pasa, tienes que poner más de ti para que todo eso ocurra.
¿Y si deja de ocurrir?
Si deja de ocurrir, que es lo más lógico, uno cae en la desidia, la frustración, la desesperación; en fin, en una crisis espiritual.
Porque no solo te duele el cuerpo, sino también la vida, el alma.
Saber esto a los veinte me habría hecho ser infinitamente más agradecido, pero, sobre todo, me habría ayudado a conservar al máximo todo lo bueno que tenía y que acabé perdiendo.
Pero tranquilo, no está todo perdido.
Si yo, que convertí mi vida en una piscina llena de mierda y caimanes y me metí ella hasta las cejas, he podido remontar, cualquiera puede.
Empieza por evitar hacer estas dos cosas.
Tomarte los problemas tan a la tremenda
Repite conmigo: Los problemas son buenos.
Sí, has leído bien.
No he desayunado un tazón de Kellogg’s con vino en vez de leche y Xanax en lugar de virutas de chocolate.
Los problemas son buenos por una sencilla razón: son necesarios. (Y te hacen a ti necesario)
En la vida, al final aprendes que, hagas lo que hagas, no resuelves nada del todo, porque toda solución añade complejidad a tu vida. :-)
No pongas los ojos en blanco (todavía).
Piénsalo:
Problema: Te sientes solo.
Te sientes solo → Buscas pareja en Tinder → Te enamoras, te casas y te hipotecas → Tienes hijos y tu vida se llena de pañales sucios, reproches, noches sin dormir, responsabilidades y, por supuesto, más gastos → Tu vida se vuelve más compleja.
Problema: No tienes trabajo.
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